Hace mucho, mucho tiempo, en la espesura del oscuro bosque, el GRAN SER nació en la forma de un pájaro carpintero. No sólo era especialmente bello, sino también bondadoso fuera de lo común, inteligente y sabio. Un día, le preguntó a su madre: “¿Para qué nací?” Su madre contestó, “La razón por la que nacemos es para que hagamos de este mundo un lugar mejor para todas las criaturas, grandes y pequeñas, y también para enseñarles a ser bondadosas.” Así que el pájaro carpintero se desarrolló como un maestro y doctor para todos los animales, ayudándoles y guiándolos, mostrándoles el camino correcto para vivir, evitándoles cometer maldades cada vez que se le presentaba la oportunidad. Él ya practicaba la enseñanza del Bodhisattva a través de innumerables vidas y entre diferentes clases de seres vivos; su compasión, su sabiduría y habilidad para usar diferentes métodos estaban bien desarrolladas. Por esas razones con mucho cuidado evitaba herir a cualquier criatura, aún a los insectos - que son el alimento normal de los pájaros carpinteros – y sólo comía semillas, frutas y plantas.
Un día, volando sobre la gran espesura del bosque, vio a un león revolcándose en el polvo. Los leones son los animales más fuertes y feroces de todos los animales, pero este león estaba llorando y quejándose lastimeramente y toda su piel estaba sucia y raída.
“¡Oh! Rey de las Bestias” le llamó el pájaro carpintero “¿Qué sucede, estás enfermo o herido, o acaso la flecha de un cazador te ha dañado, te ha mordido alguna víbora, en qué te puedo ayudar?”
“¡Oh! doctor del bosque” sollozó el león. “Estaba yo golosamente comiendo demasiado, muy rápido y un fragmento de hueso se me encajó muy adentro de la garganta. No lo puedo extraer, aunque trate de pasarlo o expulsarlo, así que estoy en tremenda agonía. ¿Crees que puedes ayudarme?
El pájaro carpintero tenía mucha experiencia para resolver problemas, así que rápido pensó cómo auxiliar al pobre león. Recogió del suelo un pedazo de madera, le pidió al león que abriera la boca y colocó el madero entre los dientes superiores y los inferiores para evitar que el león cerrara las fauces. Entonces, entró valientemente a la boca del león y llegando a lo profundo de la garganta, con cuidado extrajo con su largo y fino pico el pedazo de hueso. Antes de salir, pateó hacia afuera el pedazo de hueso y así resolvió el problema del león. Aunque esto hubiera sido difícil para la mayoría de los doctores, el entrenamiento de Bodhisattva le permitía llevar al cabo tareas imposibles de realizar.
El león agradeció efusivamente al pájaro carpintero por haberle salvado la vida. Cualquier ente civilizado hubiera quedado eternamente agradecido por esa cura, lo que conlleva una gran obligación del recipiente para con su benefactor. El pájaro carpintero estaba tan feliz como el mismo león, por la gran satisfacción que sentía al ayudar a otros a resolver sus problemas. Como Bodhisattva, viendo la felicidad de otras personas lo hacía más feliz que su propia buena fortuna y ni se fijaba si le agradecían o lo alababan.
Mucho tiempo después, se presentó una hambruna en esa región. No había llovido desde hacía varias semanas, las plantas que servían de comida lentamente se secaron y desaparecieron. Los hambrientos animales no encontraban alimento. Mientras el pájaro carpintero volaba hambriento buscando que comer, se topó con el mismo león que estaba devorando un antílope. El pájaro carpintero nunca comía carne de animales, por que no quería lastimarlos Pero ahora estaba tan hambriento que pensó que sería admisible comer un poco de carroña del antílope, ya que el león no lo había matado para que el pájaro carpintero se alimentara.
Los preceptos budistas mencionan tres casos en que es permisible comer carne, y este era uno de éstos. De cualquier forma, comer carne trae consigo complicadas cuestiones morales, por lo que es mejor definitivamente no comerla. Cuando ves a alguien con un comportamiento que va en contra de tus principios, lo debes interpretar como advertencia de que esa persona no comparte tus principios, por lo que debes mantenerte alejado de ella. Pero de cualquier forma, el pájaro carpintero no quería verse suplicando por algo, por lo que sólo se trepó a la rama de un árbol cercano, deseando que el león le ofreciera un bocado.
El león, por naturaleza, era egoísta y ambicioso, debido a que la semilla de la compasión del Bodhi no se había sembrado en su cerebro, y que nunca se le había enseñado como comportarse en una manera civilizada. Aún que él recordaba al pájaro carpintero, no quiso compartir su comida con nadie, ¡aun con aquel que le había salvado la vida!
Es verdaderamente triste que cuando las personas están necesitadas, se pueden comportar humildemente, pero tan pronto se sienten liberados y seguros nuevamente, frecuentemente se vuelven arrogantes.
Aun más, durante las crisis, como en los tiempos de hambruna, la gente debería ser especialmente generosa y compasiva hacia los demás. Pero el león solamente gruñó con desprecio: “Vete pequeño pájaro, ¡esta comida es sólo mía! Deberías agradecerme que no me comí tu cabeza cuando estabas dentro de mi boca. Yo soy el león todo poderoso. Yo puedo hacer lo que me plazca, ¡todos me tienen miedo, así que vete, antes de que pierda la paciencia y te devore!
El pájaro carpintero estaba sorprendido por la actitud del león, tan grosero y desagradecido, e inmediatamente se alejó volando, desplegando toda la belleza y poderío de los pájaros. Debido a que el reino animal está gobernado por la estupidez y falta de compasión, la ingratitud del león no le causó mayor sorpresa, pero sí le produjo gran frustración, por que el pájaro carpintero siempre esperaba lo mejor del prójimo y siempre sentía mucho que la gente causara mal karma.
Mientras volaba por las nubes más altas, el pájaro carpintero se encontró con un alborotador espíritu del cielo, quien estuvo observando y escuchando desde las alturas su conversación con el león. Tal vez el espíritu estaba enojado por que el pájaro carpintero fue maltratado o tal vez solamente quiso probar su integridad, pero de cualquier manera se dirigió a él como si fuera cualquier persona.
“¡Oh! Magnífico pájaro carpintero, recuerdo que ayudaste a ese león tiempo atrás cuando se encontraba en un terrible sufrimiento. ¿Por qué ahora le permites que te insulte de esa manera? ¿Por qué no te enojas y le respondes por su grosería? ¿Por qué no le quitas parte de su comida o lo atacas a picotazos? ¿O por lo menos por qué no le devuelves los insultos?”
“¡Por favor no digas eso!” le contestó el pájaro carpintero. “Me niego a enojarme ante cualquier circunstancia. Yo sólo ayudé al león por que me hace feliz ayudar a otras criaturas, no por que espere alguna recompensa. Así que si él es grosero conmigo, lo único que hago es alejarme volando y buscar ayudar a alguien más. Tengo decidido que nunca me enojaré, de tal manera que pueda yo pensar con claridad y pueda resolver problemas y no crearlos.”
El pájaro carpintero estaba mostrando que una vez que descubres que una persona no comparte tus valores, o tiene una actitud equivocada, te le debes apartar mesuradamente para evitar su influencia negativa. Actuando de otra manera puedes poner en peligro tus principios. Las personas deben cuidar sus mentes de aceptar pensamientos malignos para evitar cometer actos malignos.
“Y” continuó, “una chispa de maldad puede incendiar el bosque acabando con sus méritos y virtudes. Cuando las personas pierden su buen juicio, empiezan a cometer estupideces y a pelear, mostrando la parte oscura de su naturaleza. Y no paran, a menos que alguno de ellos llame a la calma. Pero estar enojados y ser vengativos nunca resuelve nada.”
Como puedes ver, después de muchas vidas de entrenamiento y habiendo desarrollado la sabiduría y la comprensión compasiva de los seres vivos, hay gente virtuosa como este pájaro carpintero acostumbradas a practicar la bondad, que su reacción natural es portarse adecuadamente a pesar de que sean seriamente provocados.
El espíritu del cielo no estaba realmente convencido de que el pájaro carpintero estaba en el camino correcto. “Pero, doctor del bosque” preguntó, “¿por qué ser amable hacia una persona que no es amable con uno, desde luego no lo merece.”
“Por que no quiero convertirme en una persona malvada y perversa” contestó el pájaro carpintero. Por eso no me enojo cuando alguien me trata mal. Aquellos que tienen principios deben mantener su integridad todo el tiempo. El león nunca tuvo la oportunidad de aprender a portarse bien, a ser una buena persona, y probablemente piense que se justifica portarse de la manera en que se comporta, basándose en percepciones equivocadas que tiene de sí y del mundo. Si yo me empiezo a portar como un malvado sólo por que se portó mal conmigo, entonces me convertiré en un malvado también. ¿Te das cuenta qué fácil es para una buena persona convertirse en un malvado? Simplemente cometiendo maldades te convertirás en un malvado, por que todos somos responsables de nuestros propios actos.
Ese león sufrirá por sus propios actos, sin que necesariamente aprenda algo por eso. Pero bajo condiciones favorables, eventualmente empezará a desarrollar una mejor comprensión del mundo y aprenderá a convivir de una mejor manera. Entonces se convertirá en una buena persona. Por eso no quiero que sea mi enemigo.”
El pájaro carpintero sabía que la gente malvada puede volverse buena, y que los buenos pueden convertirse en malvados. Todo depende en la forma en que manejen las diversas situaciones. Aun más, justamente como la gente verdaderamente virtuosa y valiosa es respetada en todas partes, así las acciones perversas arruinan la reputación del individuo más respetado, y eso le dificulta alcanzar sus objetivos.
“¿Pero por qué pretendes que el perverso león sea bueno y llegue a ser feliz? Insistió el vengativo espíritu del cielo. El espíritu se aferró a la antigua creencia de que las características de las personas son imposibles de modificar, y que nunca podrían comprender la tontería que es albergar resentimientos y cólera.
El pájaro carpintero respondió: “No quiero nada del león, lo que quiero es lo mejor para él. La gente malvada y envidiosa es gente triste y miserable por que nunca están satisfechos y por que nadie los aprecia. La gente estúpida sufre a consecuencia de sus propios actos y nadie puede escapar de su propio karma. Pero si aprendieran como ser buenos, podrían purificar su karma y serían recompensados por su esfuerzo. Encontrarían satisfacciones y amigos. Pero, no se le puede enseñar a la gente el Dharma hasta que las condiciones son propicias y por sí desarrollen una actitud receptiva.”
Insistió el espíritu del cielo: “¿Cómo sabes que la gente buena encuentra la felicidad y que por ser felices harán que el mundo sea mejor?
“Por que todas las criaturas quieren ser felices y temen sufrir. Quieren ser tratadas con bondad. Si aceptaras que todas son tus amigas y te preocuparas por ellas como por tu propia familia, entonces les ayudarías a mejorar sus vidas, así eventualmente los frutos de tus buenas acciones se extenderían hacia todas las criaturas vivientes.
Contestó el pájaro carpintero: “Aún desde un punto de vista egoísta, puedes comprender que si todos los seres vivos comenzaran a ser honestos y compasivos y dejaran de lastimar al prójimo, entonces reinaría la paz y la armonía en el mundo y todos serían felices. Aún más, estarían creando buen karma para sus vidas futuras. Al final de cuentas, todos dependemos de los demás para sobrevivir. Nadie es completamente autosuficiente.”
“Bien”, dijo el espíritu del cielo, “Tu eres verdaderamente fuerte, sabio, compasivo y amigable hacia todas las criaturas, por que mantienes tu integridad independientemente a como te trata la gente, y no te vuelves malvado cuando te tratan mal. Ni te dejas influir por la gente malvada. Eso demuestra que eres fuerte y poderoso en tus adentros. Puedo ver que eres más sabio y sagaz que muchos Brahmins que han conducido la vida espiritual por décadas. ¡Desearía que hubiera más personas como tú en este mundo! Entonces los débiles que tratan de mejorar tendrían más buenos ejemplos a seguir. De ahora en adelante trataré con toda mi fuerza de ser como tú.”
Le obsequió al pájaro carpintero algunas frutas que había recolectado esa tarde para que calmara su hambre. Entonces se alejó volando para contar a sus amigos acerca de la sabiduría y la fuerza que brinda el no enojarse.
Entonces el pájaro carpintero regresó a su trabajo de ayudar a todas las criaturas y a enseñarles a ser bondadosas compasivos y sabios.
Así que la moraleja de esta narración es que los verdaderos practicantes del budismo harán el esfuerzo necesario para eliminar toda animosidad de sus corazones, y respetarán y cuidarán a todos los seres vivos como si fueran el propio Buda. ¡Después de todo, los seres vivientes son Buda y Buda es todo ser viviente!
traducido de The Lion and the Woodpecker por Raúl Ortega
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